sábado, 17 de marzo de 2012

El 29 de Marzo: Un despues


En 1980 murió Sartre y en el 86 Beauvoir. Por el segundo tomo, La force de l´âge (En los mejores años), que abarca la época entre 1929 y 1944, sabemos que Beauvoir y Sartre se sintieron todavía en esa época de entre guerras espectadores ajenos de la historia, si bien es verdad con simpatías por posiciones de izquierda, por ejemplo frente al putsch militar español; aborrecían la burguesía de la que provenían pero no se sentían tocados ni afectados por el acontecer político. Sartre jamás había votado, tampoco en 1936 cuando con el gobierno del frente popular accedió a la dirección de Francia una alianza de izquierdas. Beauvoir ni se planteó el tema, en Francia las mujeres adquieren derecho a voto sólo desde 1944.

Simone Beauvoir cuenta que una vez la filósofa Simone Weil (no confundirla con la Presidenta del Parlamento europeo) rompió a llorar al hablar de la hambruna que reinaba en China. “Sólo vale una cosa, la revolución, proporcionaría suficiente alimento para todos”. Beauvoir pensaba cosa distinta: “No se trata de la felicidad de la persona, se trata de encontrar sentido a su existencia”. Simone Weil se dio cuenta que esta mujer nunca había pasado hambre (Memoiren).

Las obras que Sartre y Beauvoir publican o pergeñan en la década de los treinta muestran que son los problemas metafísicos de la condition humaine los que preocupan a esta pareja, la búsqueda del recate de la contingencia y la autofundamentación: La Nausée, L´Invitée…

Sartre, ya a sus 70, recuerda que un día de septiembre de 1939 sintió su llamada, la dimensión social. La II Guerra Mundial dividió su vida en un antes y un después, pasando del individualismo de la preguerra al socialismo de la posguerra. Un antes y un después.

Sin duda alguna. La crisis que nos envuelve, nos tortura, nos encabrita, nos zarandea, nos escupe  y nos hace pensar nos ha abierto en canal el mundo en el que vivimos. Y las instituciones  y gobiernos se nos ofrecen limpios de polvo y paja: como servidores de intereses de otros, no de sus gentes y de los conciudadanos. Han convertido  al banco en parlamento y al trabajador, al obrero, al currela, al ciudadano en trapo de zapatos. Mandan a sus tropas contra quien reivindica en la calle y protegen con nuestros bienes al  saqueador. Las instituciones políticas como sucursales y comerciales de la banca convirtiendo al ciudadano en colilla y en un te callas.

También el 29 de marzo, la huelga general, el puño en alto de las personas dignas debe marcar un antes y un después: Un día de dignidad y solidaridad, una fecha de inicio de recuperación de la institución como foro y encuentro de ciudadanos, de espacio con densidad social, de desalojo de mercaderes.
“… gran parte del endeudamiento público es resultado de políticas públicas erróneas y del rescate escandaloso de los bancos y el sistema financiero... El sector financiero causó el derrumbe de los mercados financieros lo que provocó la crisis económica, desempleo masivo, pobreza y exclusión social, y como consecuencia aumentaron los gastos públicos de los Estados para frenar la caída económica y se han reducido los ingresos fiscales, todo ello ha agravado el déficit; el “golpe de estado financiero” de la UE y la “dictadura de los bancos y las multinacionales, que juntos con los tecnócratas de la Comisión Europea, no elegidos democráticamente, y los gobiernos de la UE imponen políticas económicas y fiscales injustas y que sólo transfieren dinero de los contribuyentes a los bolsillos de los banqueros y el gran capital privado”, clamaban activista y profesores de diversos países.
Se vive una vez y como en la vida de Sartre, de Beauvoir y de tantos y tantas hay una fecha que puede marcar un antes y un después de dignidad y solidaridad.

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